Advierten que ya hay plomo en cultivos
Investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba detectaron ese metal en granos de trigo y soja. Lo adjudican en gran parte a las toneladas de municiones que deja la caza de palomas. Debate por una nueva regulación provincial del turismo cinegético.
“Hemos detectado en laboratorio concentraciones de plomo en granos de trigo y soja. Tenemos resultados confiables que muestran que si se sigue arrojando plomo, en algún tiempo los suelos usados para caza de palomas no serán aptos para cultivos, o los cultivos no serán aptos para consumo”, advierte María Luisa Pignata, doctora en Química y especialista en estudios de contaminación de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
“El tema de fondo es que Córdoba deberá elegir qué perfil productivo prioriza, entre dos actividades que usan el suelo: agricultura y ganadería se tornan incompatibles con la caza intensiva con plomo”, apuntó la investigadora.
Una reciente resolución de la Secretaría de Ambiente de la Provincia de Córdoba reglamentó para esta provincia el turismo cinegético, que mueve millones de dólares anuales trayendo visitantes extranjeros para cazar palomas, que aquí son plaga. Algunos promotores de la actividad señalan a Córdoba como “la capital mundial de la caza de palomas”. De siete a ocho mil turistas extranjeros llegan por año con sus escopetas.
“Hace 10 años medimos en campos del área usada para caza la presencia de plomo en el aire. En algunos sitios rurales del norte provincial, el nivel era sorprendentemente superior al que medimos en áreas industriales. Preveíamos que terminaría impactando sobre suelos, ríos y cultivos, porque el plomo es un tóxico persistente, que puede ser absorbido por plantas, animales y el hombre”, señala Pignata.
“Ahora, en laboratorio, ya estamos viendo su presencia en granos de trigo y soja”, agregó la investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la UNC.
Una resolución. Hasta ahora, Córdoba no tenía una reglamentación específica para el turismo cinegético. Ninguna otra provincia la tiene. Recientemente, Ambiente dictó una resolución que prohíbe la caza con perdigones de plomo en humedales (lagunas, bañados, riberas de ríos). En realidad, la paloma casi no habita esos sitios.
Sobre campos secos –donde abunda– se permite la caza con plomo, aunque exigiendo ahora que las empresas que mueven cazadores se inscriban como generadoras de residuos peligrosos, presenten estudios de impacto ambiental sobre el campo a utilizar y permitan monitoreos del suelo anuales a cargo de inspectores provinciales.
Darío Sbaratto, secretario de Ambiente, explicó al anunciar este decreto que “el tope que fija la ley nacional de residuos peligrosos para plomo en suelo es de mil partes por millón”, y apuntó que “el campo donde los monitoreos determinen que se superó esa cifra deberá paralizar la actividad y quedará obligado a hacer la remediación ambiental”.
Pignata, reconocida por sus pares como la principal especialista en investigación sobre plomo y otros metales contaminantes en Córdoba, valoró de la nueva reglamentación “que por primera vez la Provincia reconoce que la actividad genera un residuo peligroso”, aunque “no cambia nada de lo sustancial”.
Marcó como “un grueso error” fijar el límite en mil partes por millón: “Eso es para suelos industriales; en suelos agrícolas el valor que fija la ley es de 375 partes por millón”.
También planteó como una contradicción “reconocer que el plomo es un residuo peligroso, pero a la vez admitir su uso hasta que llegue a un máximo, en el que la remediación ya resulta imposible”.
Pignata enfatizó que “en el mundo no existen métodos de remediación de suelos contaminados con plomo que permitan mantener sus propiedades. El método que se aplica es sacar del lugar ese suelo y lavarlo con químicos, con muy alto costo. Es aplicable en predios industriales, jamás en grandes superficies rurales”.
En cadena. El plomo no sólo queda en el suelo. “Puede pasar al aire, a napas de agua, a ríos, o a los cultivos que lo absorben. Y toneladas quedan dentro de las palomas muertas, que se queman, entierran, se usan como alimento para cerdos o se reparten entre los chicos que asisten a los cazadores. El plomo sigue presente en toda la cadena y en todos esos destinos multiplica sus riesgos”, explicó Pignata.
La investigadora aseguró que ya recibió consultas de productores ganaderos del norte acerca de si la carne que producen no podría empezar a tener vestigios de plomo. En ese caso, su exportación quedaría vedada. Consideró que por los relevamientos realizados algún impacto ya se percibe, “al menos en un tercio de la superficie de la provincia”.
“Si el plomo ya depositado en esos suelos todavía no se ha transformado en formas oxidadas, biodisponibles y absorbibles por plantas, animales y hombre, sólo es cuestión de tiempo. Que todavía los valores no superen las normas guías para la contaminación de suelos, también es cuestión de tiempo ya que hemos detectado un alto enriquecimiento de plomo en zonas de caza”, planteó Pignata, quien apuntó que si nada cambia, el próximo paso será evaluar niveles de plomo en sangre de niños expuestos por su cercanía a campos de caza “o por la ingesta de alimentos o agua contaminada con plomo”.
Capital palomera
Enrique Bucher. El investigador del Centro de Zoología Aplicada de la UNC planteó que “el volumen de caza de palomas en Córdoba es, probablemente, el mayor de todo el planeta”.
Millón de baterías. “En 10 años se acumuló por la caza el equivalente al plomo, por lo menos, de un millón de baterías”, agregó el investigador.
Impacto. “La caza dispersa el plomo por campos de uso agropecuario. Aun por debajo de los niveles permitidos de plomo en suelo, ya puede intoxicar a aves que lo ingieren, a los animales que consumen esas aves, y a los hombres en esa cadena trófica”, señaló. Y marcó que “hay creciente evidencia de que las plantas pueden absorber plomo”, por lo que su presencia afectaría la producción y hasta el valor de las propiedades rurales.
De a toneladas
Cuánto. Los cálculos dependen de quién los haga, pero por la cantidad de cazadores y los disparos promedio por día de excursión, las estimaciones arrojan que en tierras cordobesas quedan entre 350 y 950 toneladas de plomo por año. Cada disparo arroja 26 gramos de plomo.
Zonas. El turismo cinegético inició su apogeo en Córdoba en la década de 1990. Primero fue en campos del centro cordobés, luego se trasladó hacia el norte, de la mano del desplazamiento de las palomas hacia zonas con montes.
Mapa. Tras tres años de mediciones lo elaboró el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la UNC sobre presencia de plomo en aire, en casi la mitad del territorio provincial, muestra altos índices en la ciudad de Córdoba (la más industrializada) y alrededor de General Cabrera, en el sur (por la presencia de una fundición de plomo, luego clausurada). Pero resultó más alto aún en zonas del norte cordobés, sin industrias, pero con intensa caza de palomas.
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